Somos exploradores por naturaleza

somos exploradores por naturalezaDentro de las áreas del estudio del aprendizaje humano, mi favorita y por la que creo que debieran partir todos los estudios serios al respecto, es la del estudio del cerebro humano: toda teoría, prescripción, estrategia o técnica educativa debería basarse en hechos que la investigación científica ha respaldado con múltiples réplicas.

Uno de esos descubrimientos, de esas escasas certezas que tiene la ciencia en relación al cerebro, es que estamos programados para ser curiosos, la evolución humana habría sido imposible si la curiosidad no hubiera jugado su papel. Somos exploradores por naturaleza.

Para que el hombre bajase de los árboles, tuvo que aprender a observar, realizar hipótesis y confirmarlas posteriormente. Tenía que observar el comportamiento de las fieras, comprender que era mejor ir a darse una vuelta al campo mientras éstas dormían o estaban lejos y tenía que recordar este aprendizaje para no morir en el intento y sacar conclusiones de esta experiencia. Desde nuestro origen como especies, el hombre ha puesto en práctica, aun de modo inconsciente y rudimentario, el método científico para conocer su entorno y sobrevivir. Hoy lo seguimos haciendo, de formas más sofisticadas pero igualmente inconscientes.

El aprendizaje en los bebés

Los bebés son quienes mejor ejemplifican nuestra forma de aprender: los bebés dan a los investigadores una visión clara y sin la contaminación de la experiencia, de cómo los seres humanos adquirimos información. Han descubierto que los bebés utilizan estrategias sorprendentes de adquisición de información, muchas de las cuales se mantienen en los adultos. Los bebés nacen con un profundo deseo de entender el mundo y es esta curiosidad el combustible que les empuja a explorarlo de forma casi agresiva. El impulso a explorar en un bebé es tan poderoso como el hambre o la sed.

Los estudios del cerebro de los bebés nos muestran que no aprendemos pasivamente recibiendo información del entorno, sino interactuando con él observando, probando, haciendo hipótesis, experimentando y sacando conclusiones. Estamos programados para ello y además sabemos qué parte del cerebro se encarga de estas funciones: el cortex prefrontal derecho es el responsable de identificar los errores en nuestras hipótesis (si bajo del árbol mientras el león me ve no me hará daño) mientras que el cortex cingulado anterior, localizado justo debajo del anterior, nos empuja a modificar nuestra conducta en concordancia (si me equivoqué con el león, ¡a correr!). Esto también nos demuestra que el cerebro humano no está diseñado para aprender en entornos prefabricados y ordenados (como una sala de clases) sino de las experiencias caóticas e inesperadas en las que ponemos en práctica el ensayo y error.

Nuevas neuronas cada día

Nuestra curiosidad innata es tan fuerte y poderosa que es lo que nos convierte en aprendices a lo largo de toda la vida (lifelong learners). Hasta hace unos diez años se creía que nacíamos con todas las neuronas ya creadas y que a partir del momento de nacer solo perdíamos facultades, sin embargo, los nuevos descubrimientos han echado por tierra esas teorías, así que ya es hora de dejar de creer que tenemos menos capacidad de aprender a medida que nos hacemos mayores, si bien se ha comprobado que todos los días perdemos conexiones sinápticas, también se ha comprobado que el cerebro adulto genera nuevas neuronas a diario y especialmente en las zonas del cerebro vinculadas con los procesos de aprendizaje. Estas nuevas neuronas tienen la misma plasticidad de las que tienen los bebés. El cerebro adulto tiene la maravillosa capacidad para cambiar su estructura y funcionamiento de acuerdo a la experiencia. La diferencia con los bebés, es que como adultos no solemos encontramos en ambientes que estimulen esa curiosidad, al menos de la misma forma en que lo hacen los bebés.

Si nos ponemos como objetivo estimular esa curiosidad en nuestros lugares de trabajo o en las escuelas, creando los entornos que hagan al cerebro sentirse necesario estaremos potenciando nuestra capacidad de aprender. Porque somos exploradores por naturaleza y contra la naturaleza no se puede luchar.

 

Referencias:

 

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